sábado, 8 de noviembre de 2014

SI DE MÍ DEPENDIERA (4)



Si de mí dependiera, desde la primera fase de la implantación del Sistema de Ciudades Ocupacionales  o innovación del capitalismo, hubiera centrado esfuerzos también en lograr una educación (proceso de socialización y aprendizaje encaminado al desarrollo intelectual y ético de una persona) acorde con las distintas medidas que se han ido introduciendo a fin de que la cultura (conjuntos de modo de vida y costumbres de una época o grupo social) se adapte a las mismas. Un grupo de sabios de diversas tendencias elaborarían un plan de estudios único para todo el territorio nacional, en el convencimiento de que es necesario el modelo emprendido: aspirar a que el hombre esté por encima de la economía, de la política y de todas las cosas sin excepción, lo que conlleva a un cambio del sistema productivo y de los hábitos de consumo a fin de mantener nuestros ecosistemas naturales y la integridad de la biodiversidad y, sobretodo, a no basar nuestra vida en el logro de dinero, acaparando poder y riqueza, sino a propugnar el estímulo para optar por valores que consideremos puedan hacernos felices. Decirlo es fácil. Hacerlo no tanto. Por eso ha sido ideado el Proyecto de Ciudades Ocupacionales (medidas e iniciativas generales a aplicar) base sobre la que cimentar el hombre su propia Transición personal: qué quiere, cómo conseguirlo, a qué se compromete, cuál es su metodología, cuándo se comienza.
Nosotros comenzamos hace tiempo en este blog y hemos abolido ya el dinero físico, que no se usa; creado el pleno empleo y el despido libre, potenciado a las empresas y regulado las rentas de las personas físicas (véase entradas anteriores) y su desarrollo tendrá que reposar implementando esa Transición personal aludida anteriormente. Nos iremos acostumbrando a no tener tanta corrupción y derroche, merced a las trazas que toda operación imprime; a que la limitación de rentas compensen los salarios mínimos de subsistencia (s.ms.), permitiendo un mercado laboral libre; a valorar la economía de distinta manera (diferentes tipos de gravámenes para desiguales empresas en razón a facturación, beneficios, número de empleados. Dividendos a favor de personas físicas (residentes y no residentes) exentos de tributación. Negocios boyantes y competitivos radicalmente distantes a sus equipos humanos en el plano financiero. Etcétera). La ocasión será propicia para enfrentarnos al desafío de vivir en armonía, avanzando en varias direcciones tan íntimamente unidas: Lo económico (el trabajo, la empresa, el dinero). Lo cultural (la religión, la política, la costumbre). Lo personal (la salud, las emociones, la solidaridad). Todo un reto que debemos aprovechar sabedores que la colaboración es más importante que la competencia para la vida; que nos hemos de olvidar de la propiedad; que nadie es superior a nadie y que del ego hay que despojarse para fusionarnos con la Naturaleza en hacer posible un mundo mejor. En realidad  se trata de ahorrar recursos para que la mayoría de la gente viva no como ahora (que se hace lo contrario) sino para evitar gastar miles de millones que empleamos en matar, cuando lo justo sería impedir que más de treinta y cinco millones de almas murieran de hambre al año, como ahora sucede. En realidad el PCO trata de que el hombre, independientemente de la condición que tenga, pobre o rico, humilde o poderoso, obrero o empresario, blanco o negro, busque y encuentre el bienestar moral que le permita ser feliz. Un bienestar que comienza con lo básico material para sobrevivir, acortando las diferencias abismales existentes; continua con el discernimiento elemental a decidir, que proporciona la educación y finaliza con la libertad plena a optar por los principios que considere conveniente. Mientras ello no suceda y nadie aporte ni emprenda el camino que desde aquí venimos insistiendo, las injusticias, las perversiones, las crisis continuarán existiendo. Recomiendo, por ello, lean la novela Escape.

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