El programa del Partido
Laborista sirve de modelo para los maltrechos partidos de izquierdas de todo el
mundo
El documento, presentado este martes, ofrece una respuesta no solo al
modelo roto de Reino Unido, sino a la crisis global de la socialdemocracia
16/05/2017
Se busca: una visión convincente para un partido de centroizquierda. Tiene
que estar dispuesto a invertir en la economía, modernizar los servicios
básicos, hacer que las clases acomodadas paguen más impuestos. El wifi gratuito
en los ferrocarriles sería un plus. ¡Que alguien responda a este anuncio!
El programa laborista que se ha presentado este martes hace propuestas
moderadas y de sentido común para abordar algunos de los grandes problemas que
frenan a uno de los países más ricos del mundo. Asombrosamente, intenta buscar
soluciones a la crisis de identidad y de visión que afecta a la
socialdemocracia no solo del Reino Unido sino de Occidente en general.
El programa esboza respuestas para el modelo de socialdemocracia del Reino
Unido; un modelo roto. El modelo actual ha quebrado: no solo es injusto sino
que además es irracional. Una minoría acapara la riqueza. El año pasado, la
fortuna de las mil personas más ricas del Reino Unido aumentó un 14%. En
cambio, los recortes salariales de la generación actual no tienen precedentes
en las últimas décadas.
El modelo actual no ha sido capaz de proponer soluciones para la crisis de
la vivienda. Priva a muchas comunidades de un trabajo cualificado, seguro y con
un salario digno. Causa pobreza a la clase trabajadora, que se gana la
pobreza con el sudor de su frente. Permite que las multinacionales paguen
pocos impuestos, o simplemente no los paguen mientras que los pequeños
empresarios luchan por salir a flote.
Con el modelo actual, la joya nacional del Reino Unido, la sanidad
pública, queda reducido a un estado "de crisis humanitaria",
siguiendo la expresión utilizada por la Cruz Roja británica. Los más jóvenes
están atrapados por la deuda. Los servicios públicos se convierten en la
gallina de los huevos de oro de unos aprovechados que solo quieren obtener
beneficios a corto plazo y no les importan las necesidades de los consumidores.
Podría seguir. Como decía, estamos hablando de uno de los países más ricos del
mundo. No es la falta de recursos lo que impide que el Reino Unido solucione
sus problemas; es la falta de voluntad política.
El programa se compromete a no subir los impuestos al 95% de ciudadanos. Es justo si
consideramos el recorte salarial sin precedentes auspiciado por el partido
conservador. Por el contrario, el 5% de contribuyentes con mayores
ingresos tendrá que pagar un poco más. Eso también es justo si tenemos
en cuenta que les va mejor que nunca.
Aquellas compañías que paguen salarios que sean 25 veces más altos que el
salario mínimo tendrán que pagar más impuestos. Si pagan salarios 20 veces por
encima de los ingresos medios, un poco más. Las empresas pagarán más impuestos
que ahora pero seguirá siendo menos de lo que pagarían en Estados Unidos. Como
indica la política laborista Rachel Reeves, con un impuesto "Robin
Hood" a las transacciones financieras se recaudaría más dinero y se
conseguiría reducir la toma de decisiones arriesgadas que ponen en peligro la
economía. También se recaudaría más dinero si se luchara contra la evasión
fiscal desde todos los frentes.
Los miles de millones que se recauden se pueden invertir en educación, con
el objetivo de que la siguiente generación pueda explotar todo su potencial.
También se puede modernizar el sistema de salud pública para que dé respuesta a
las necesidades de una población que está envejeciendo. Asimismo, se puede
mejorar la precaria infraestructura del país y construir las viviendas que los
británicos necesitan. Una red de guarderías públicas reducirá la presión de
muchas familias que tienen que tienen que tomar decisiones muy difíciles sobre
cómo construir una familia y tener una carrera profesional. El triple bloqueo de las pensiones
protegerá a los
jubilados más pobres que construyeron el país con su esfuerzo.
No, con esto nadie está diciendo que la situación del Partido Laborista no
sea muy complicada. Sin embargo, si dejamos de lado el debate en torno al
liderazgo del partido, que puede esperar hasta las próximas elecciones, nos
percataremos de que prácticamente todos los partidos socialdemócratas de Europa
atraviesan una crisis parecida y que prácticamente ninguno de estos países
tiene un gobierno de izquierdas. De Grecia a Francia, de España a Holanda, los
partidos socialdemócratas, que carecen de una estrategia en torno a la
globalización y la crisis económica, han perdido un alarmante número de
votantes o, simplemente, se han desmoronado.
Los socialdemócratas del Reino Unido ganaron muchos votos tras un cambio de
liderazgo, pero ya los han perdido. Ahora, sus corazones palpitan cuando ven
los resultados que ha obtenido Emmanuel Macron en Francia. Obviemos el hecho de
que Macron no es un socialdemócrata, sino un liberal que acaba de nombrar a un primer ministro conservador, Édouard Philippe. Lo cierto es que
para seguir los pasos de Francia deberíamos instaurar un sistema presidencial
que contemplara dos vueltas electorales, conseguir un 24% en la primera vuelta
y plantarle cara a un rival fascista y conseguir una victoria clara.
La socialdemocracia está en crisis. El Partido Laborista tiene muchos frentes
abiertos y con este programa quiere abordarlos. Y sí, a pesar de que el Partido
Laborista parece haber repuntado en las encuestas, los conservadores aún le
llevan mucha ventaja. Si comparamos los resultados actuales con los obtenidos
en las elecciones generales celebradas hace dos años, los laboristas parecen
haber ganado votos de electores que tienen menos de 50 años.
Sin embargo, si los conservadores consiguen los votos previstos será porque
Theresa May sigue contando con el apoyo abrumador de la inmensa mayoría de
votantes de más edad. Salvo que los laboristas consigan movilizar a más
votantes jóvenes y, al mismo tiempo, consigan el apoyo de los votantes de más
edad, la derrota será aplastante. A pesar de todo lo que pueda pasar, se acaba
de presentar una propuesta de cómo un partido de centroizquierda debería
abordar los retos que afronta un país rico marcado por la crisis. Y eso era una
asignatura pendiente desde hacía mucho tiempo.
Traducido por Emma Reverter
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