H I P O T É T I C
A S N O T I C I A S
(La número uno y primera del año
2018)
Por fin, y gracias a Dios, la
Iglesia católica de España facilitará a la opinión pública sus cuentas
contables. Minuciosos detalles económicos, minutas de resultados de pérdidas y
ganancias y otras cuestiones relevantes, de los dos últimos años, se darán a
conocer por tan Sagrada Institución. La gente podrá conocer dónde emplea el
dinero que, directa o indirectamente a través del Estado, de ella recibe.
Al parecer, la infinidad de
empresas de carácter no religiosos en las que participa (medios de difusión: prensa,
radio, televisión, digitales, publicitarios…; artísticos: folclóricos,
taurinos, musicales, literarios, teatrales…; comerciales y financieros: eléctricos,
crediticios, energéticos, aseguradoras, farmacéuticas…; primarios: agrícolas,
forestales, ganaderos, cooperativos, medioambientales…; etcétera, etcétera) de
momento, no se contemplan ni están consolidados en los balances que presentarán;
no obstante, estamos seguros que la ciudadanía ensalza y se congratula con tal
iniciativa, sobre todo, sabiendo que sus limosnas y sacrificios no sólo son
bien recibidos en el cielo, sino que están en pocas y santas manos.
La Santa Madre Iglesia también anuncia
una política económica de total transparencia para todas y cada una de sus transacciones
comerciales (donativos, cepillos, entradas catedrales y mezquitas, visitas a sus
tesoros, obras de arte, museos, actos litúrgicos, procesiones, rifas,
catequesis, salarios, restauraciones, obras de caridad, mantenimiento,
desarrollo, conclaves, conferencias, charlas, estudios, seminarios, ejercicios
espirituales...) al tiempo que ¡oh, primicia! en el plazo de dos años, cederá los
derechos e importes, que consigue mediante la cruz que los contribuyentes
marcan en sus declaraciones de renta, en favor de la financiación de partidos políticos
y sindicatos, siempre y cuando éstos la reduzcan a ese solo capítulo.
¡Aleluya! ¡Aleluya! Se oyen voces
de que con tales medidas la sociedad civil quedará más tranquila, apartando de
muchas mentes obscenas la posibilidad de una nueva amortización, y más, si como
igualmente comunican fuentes fidedignas, próximas a la Iglesia, ésta, dejará de
mantener bienes y recursos obsoletos, contribuirá con los impuestos que les
corresponda y disminuirá la desigualdad social vendiendo propiedades u optimizando
las mismas, en su caso, en pro y beneficio de los más necesitados.
Vayan impresas, en las presentes
líneas, nuestra enhorabuena de antemano.
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