lunes, 10 de febrero de 2020

CATALUÑA MIMADA Y LIBRE


“Un pueblo maltratado y sin libertad es Cataluña”. 

Ante tal afirmación, expresada por algunos políticos, dirigentes de esa minúscula parte del planeta, no me queda otra que preguntarme: ¿Es Cataluña un pueblo maltratado y sin libertad?

No lo creo. Sería lamentable que tal posibilidad pudiera ser verdadera. Al contrario, su desarrollo autonómico y auge económicos así lo corroboran. Por tanto, sencillamente, me parece bochornosa tal aseveración.

¿Quién o quiénes maltratan y privan de libertad a un pueblo tan significativo?
España, de la que Cataluña forma parte, al parecer, es su opresor. Hay gente, pues, que escupe para arriba sin saber que la saliva le puede caer. Gente identificada con separarse de España sin intuir, afortunadamente, lo que es la guerra, la pobreza, la tiranía… una vez la dictadura acabó en España.

Muchos de los que así hablan emigraron de otras tierras hasta Cataluña huyendo de penalidades y desgracias, buscando el bienestar del que carecían. De no haberlo encontrado hubieran vuelto a emigrar y seguirían intentando remediar su situación como la mayoría de la gente de los pueblos dominados.

La emigración moriría si las guerras, las miserias, los yugos de los pueblos no existieran.

Solo los ricos desean aislarse, independizarse de los pobres, imaginando que la penuria se pega y es contagiosa. Y una gran parte de los habitantes del pueblo de Cataluña, llenas de fantasías  sus cabezas, lo creen o así se lo han hecho creer ciertos segregacionistas en los que abunda la vanidad, el odio, el  inconformismo, el desprecio...  

Hay gente, sin embargo, que no sabe de sus orígenes y ni hacía dónde quiere ir y, además, ignora que la dirección del planeta se encamina en favor de corriente y no en contra. La humanidad se dirige en democracia hacia un mundo global, abierto y sin fronteras, donde todos los hombres puedan gozar de los mismos privilegios y solidarizarse con las dificultades que surjan. Nadie podrá encerrarse en una esfera de cristal. Ni habrá un pueblo elegido, independiente, único o auto-suficiente. La autodeterminación no será posible, porque la ley que nos demos será de obligado cumplimiento para todos, sin que dictadores, absolutistas o radicales puedan arbitrariamente cambiarla. Entonces, solo habrá un pueblo: La Tierra.

Acuden a mi memoria personajes y profetas, naciones e imperios, dioses y héroes de barro que el tiempo secó para que los recordemos. ¿Dónde están? Caídos o fenecidos. Desaparecidos o consagrados. Los hombres caminan hacia adelante, incomprensible es hacerlo hacía atrás, aunque por desgracia suceda al albur de quien se salta la ley y dice ser inocente. Tal vez, hay hombres que roban para dar de comer al hambriento. ¿No habrá otra forma de cubrir tal necesidad? ¿Otra manera o denuncia para conseguirlo sin saltarse la ley?

Maldito sea el orgullo humano, procreador de sueños de gloria y grandeza, que acomete empresas temerarias sin reparar en sus consecuencias; sin valorar que sentimientos e identidades, la mayoría de las veces, no se corresponden con el raciocinio por lograrlos. Hombres sin escrúpulos que gobiernan con lenguas viperinas de serpientes, malditos seáis si  vuestro miedo de cobayas os impide reconocer la culpa e imprudencia con la que actuasteis.

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