sábado, 11 de abril de 2020

LO QUE NOS UNE


Desde niño, siempre oí decir que los españoles éramos una raza de personas independientes, incapaces de colaborar juntos por nuestra individualidad e iniciativa personalista. Franco era nuestra referencia, el Caudillo que había salvado España de las hordas marxistas, el defensor de la cristiandad en occidente, el yunque de facinerosos comunistas, judíos y masones.

Desde que eso se relatara ha llovido bastante y Franco murió, aunque sus restos fueran aireados recientemente. Este, imitando al dictador Primo de Rivera, prohibió los partidos políticos creando el Pensamiento Único con su Movimiento Nacional, después de salir victorioso en su Santa Cruzada para ser el dueño y señor de lo humano y lo divino en España, coronado bajo palio como un dios salvador contra todo lo irreverente y profano.
   
Tiempos no olvidados, sin duda, por nostálgicos, descerebrados y descontentos cuya acción estriba en (los Antitodo) ir contra todo, oxigenando ideas de aquel espíritu nacional patriotero  de revancha que el Generalísimo nos legó, sin aportar nada que no sea un odio cerval a lo extranjero (si son pobres más todavía), a los que piensan diferente, a quienes no respetan su   causa u orden divino y a los que atentan contra su España, al no sentirse en ella representados.

En aquel tiempo, solo de fútbol y de toros era de lo que, generalmente, se podía hablar. Hoy se puede hablar de todo. (Uno valora la libertad cuando carece de ella). Sin embargo, la rivalidad en el fútbol, entre pueblos vecinos, por la religión, por identidades exclusivas o  política, casi siempre, traen consigo un sinfín de desatinos, en especial, cuando las opiniones son opuestas.

Y es que no nos damos cuenta que somos manejados. Manejados como entonces. Sí, como entonces; aunque las formas sean distintas. La televisión, los medios de difusión, las agencias encargadas de las noticias, las iglesias, las casas de apuestas, la publicidad, los partidos, tanto políticos como los deportivos, los empresarios, organizaciones interesadas… nos manejan y consiguen que sus misivas y mensajes las hagamos nuestras, como si fueran propias, para defenderlas o atacarlas sin más, o sin criterio, o ausentando los diferentes puntos de vista. Antes hablábamos de borregos del régimen; hoy somos ciegos consumidores irresponsables.

Por lo general, las informaciones que recibimos son tendenciosas, impregnadas de un veneno que afectan a emociones y sentimientos y, estos, difícilmente son controlables. Pero analicémoslo un poco. ¿Qué futbolista, político,  redactor o  empleado… no se cambia de equipo,  partido o empresa si le ofrecen mejores condiciones?  ¿Uno de nosotros qué haría? No estamos preparados ni para todo ni para lo mismo, pero si conocemos la vocación del poder: continuar con su poder y/o amasar riqueza. Y muchos lo consiguen a costa de todo y, particularmente, por la denominada “opinión pública”. Nos dirigen, nos enfrentan, se salen con la suya, mientras nosotros (parias), seguimos sus instrucciones, defendiéndolos, apasionándonos por ellos, empleando dinero, tiempo y energía con cuestiones que nos crea enemigos y nos separa. Me duele decirlo, pero he llegado a pensar que quien así actúa es un atrevido ignorante o  tiene intereses para hacerlo y, sabiéndolo, asume un compromiso informal dado que su padre es el alcalde, su hermana futbolista, su cuñado corresponsal… y sigue esa misma cuerda o se cambia ya que en algo se beneficiará.

¿Cuándo seremos capaces de mediar las diferencias? ¿De buscar un punto intermedio que nos una? ¿De ceder los unos y los otros para llegar a un acuerdo? ¿De experimentar fórmulas nuevas? ¿De aportar ideas, esfuerzos o lo que sea menester en beneficio de la mayoría?

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