Nuestra sociedad ha de
tender y procurar que todos los productos y servicios vitales para el hombre sean
de carácter universal, gratuitos y de
los que el país no quede desabastecido. El sector privado tratará de comercializarlos
si ve en ellos rentabilidad y, en su caso, evitando el oligopolio, la GRAN
EMPRESA actuará como la privada, siendo competitiva, ofreciendo seguridad,
compromiso y mayor calidad, sin renunciar a la obtención de beneficios.
Bienvenidos los servicios
privados, bienvenido todo aquello que al hombre le sea útil sin sacrificar a
personas necesitadas por un ánimo de lucro desmedido. Un dolor como el Covid 19,
exhibido por los “Almacenes de Personas Mayores”, no es de recibo. No se puede
anteponer los dividendos particulares a la vida de la gente.
LA GRAN EMPRESA deberá actuar
mejor, lograr ganancias, ser digna con sus empleados, exigiendo
responsabilidades y cumpliendo con la legalidad.
No se ha de perder de vista
a las empresas que quiebran o estén en ese proceso. Ya no solo por la carga de los
trabajadores que pasarían a la GRAN EMPRESA, sino por el capital que
desperdician y evaporan. Pueden ser motivo de recapitalización y
aprovechamiento para nuevos objetivos o compañías que, desde la perspectiva
pública, sean rentables. Lo público no ha de hacerse cargo de las perdidas
privadas y ni estas para la rentabilidad de aquellas. Lo público ha de actuar
con las expectativas de lograr beneficios y no pérdidas.
Que lo publico incremente la
riqueza de los ricos, vale; pero que no eleve la desigualdad de los más
vulnerables. Piénsese que hoy un solo hombre es más poderoso que el propio
Estado. Repasemos empresas multinacionales. Bancos que pueden producir burbujas
a base del dinero ficticio. Trata de personas que imitan en la clandestinidad a
la esclavitud romana. Países como Bermudas, Islas Caimán, Irlanda, Luxemburgo,
Los Países Bajos, Singapur, Suiza, que ampara todo tráfico comercial sin
preguntar su origen. Capitales ávidos de altos dividendos ignorantes de donde
se invierten que, además, no quieren saberlo. Pobres de solemnidad rechazados
en todas partes, en especial, por un capital irracional que los ignora,
prefiriendo limosnas, actos altruistas con que paliar un problema que, de no
abordarlo seriamente, jamás se solucionará. Traficantes de drogas, mafias,
asesinos, delincuencia a la que damos la espalda y embauca a una población
(juventud en especial) desmotivada y desatendida. Cada cual puede ir aportando
más y más temas de los que LA GRAN EMPRESA ha de ocuparse. Si los particulares
pueden hacerlo, ¿por qué no nacionalizarlo? ¿Utopía realista?
Pagar impuestos no gusta a
nadie y se puede evitar a base de que LA GRAN EMPRESA redima parte de los
mismos con las ganancias que obtenga.
Una compañía energética, farmacéutica, de telecomunicaciones, financiera,…, (vitales
para la humanidad) los obtiene para sí, su personal y sus accionistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario