martes, 3 de agosto de 2021

EDUCAR CON EL EJEMPLO

Una de las mejores formas de enseñar es con el ejemplo. Este, es un patrón que cautiva y sirve de modelo a imitar o a eludir: no se olvida. La imagen, retenida en nuestro interior, durará por mucho tiempo, más que el consejo dado de palabra. De nada servirá que el médico nos invite a dejar de fumar, dado el daño que eso origina, cuando él está fumando de continuo. Poco serio e incorrecto es que el político se declare constitucionalista sí incumple la Constitución o, con cualquier excusa, elude su obligación de cumplirla o hace lo que sea para que eso ocurra.

Todo el mundo sabe que soplar y sorber no se pueden hacer al unísono; sin embargo, los políticos con su rara ejemplaridad contrapuesta, son capaces de conseguirlo. Les hemos escuchado decir que cuando gobiernen bajarán la luz o reducirán el paro, por ejemplo,  cuando, por lo general, sucede al revés. Los hay que lanzan globos sondas o se empeñan en prometer unas cosas para hacer las contrarias. La oposición, sea del partido que sea, no cesa en pronosticar lo opuesto con la promesa de hacerlo mejor que su oponente. Mientras tanto, unos y otros  (es decir, siempre), procuran mantenernos divididos para que pensemos de forma diferente creándonos desconcierto e inestabilidad a fin de que no sepamos a qué atenernos. Su ejemplaridad brilla de manera negativa y, salvo a ellos, a nadie beneficia. Un comportamiento elocuente de quienes actúan a riesgo de colocarse al descubierto.

Cada uno de nosotros, tengamos las ideas que tengamos, deberíamos examinar las acciones de quienes nos representan en las altas instancias y ver quienes cumplen no solo con lo que dicen (que también) si no, esencialmente, con lo que hacen. Un viejo refrán nos advierte: “Obras son amores y no buenas razones”.

¿Cuántas veces nos ha mentido Sánchez? ¿Qué vida lleva? ¿Qué prometió? ¿Qué ha cumplido?

Y Casado, el jefe de la oposición: ¿Cuántas veces ha insultado? ¿Cumple con su obligación?  

¿Qué ejemplos positivos podemos destacar de ambos? ¿A qué acuerdos han llegado? Y de los políticos más cercanos: ¿qué podemos apreciar?

 ¡Qué poco sabemos de ellos! Si conociéramos más lo que hacen, a nivel personal o social, menos nos importaría el partido al que pertenecen. ¿Alguno de ellos, alguna vez, ha elogiado un hecho o le ha parecido bien lo que hiciera el otro?

Necesitamos de ejemplos que nos dignifiquen, nos honren  y no nos produzcan vergüenza ajena. Que en ellos encontremos motivos para imitarlos y sentirnos orgullosos, sabiendo que,  en definitiva, pasarán a formar parte de nuestro futuro. Y lo peor de todo no está en que sus actos no sean ejemplares sino que sus gobiernos sirvan para adoctrinarnos. Y, peor todavía, realizándolo con nuestros hijos y vanagloriándose de ello con hechos, palabras en medios públicos, escuelas, centros sociales, iglesias, organizaciones juveniles… de ciertos territorios, en lugar de moderar con una educación igual para todos o una Ley que lo sancione.

De nuevo parece interesar y se hace más profunda la razón de Antonio Machado de las dos Españas. ¡Qué tristeza me produce! Mi modesta inteligencia se resiste a mantenerse extorsionada por dogmas, creencias, voces, que se venden como almoneda al mejor postor.

Demos ejemplo con nuestro proceder. Cedamos unos y otros. Seamos humildes. Moderados. Pongámonos de acuerdo en la Educación que es cosa muy importante.  Intentemos hacerlo. 

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