viernes, 16 de julio de 2021

RESPETO Y COMPROMISO

 

En la actualidad, lo más divulgado en los medios de información (de ahí que tenga la máxima repercusión), al margen del Coronavirus y las más macabras, trágicas e impresionantes noticias, son los delitos llamados de género y los relacionados con la política y economía. Posiblemente porque sean los que más venden, los que más interesen a grupos poderosos o los que coarten e intimiden a la población pasiva (la gran mayoría de la gente) creando un ambiente social que  beneficie a objetivos  aviesos, desconocidos, tal vez. La sensibilidad humana se educa, los derechos humanos y los delitos se reconocen con una concienciación muy diferente a la de hace algunos años.

Ya hemos escrito en estas líneas sobre los delitos citados en segundo lugar, por lo que nos sumergiremos en los primeros: mujeres, maricones, putas, negros, pobres… que sean los protagonistas. La historia de la vida los ha tratado muy mal a todos ellos y, está claro, que de aquellos polvos estos lodos.

Es la educación, ejemplo y pedagogía, a mi juicio: la “Madre del Cordero”. La que invariable se ha mantenido ausente desde siempre, esencialmente por intereses partidistas.  Y es que la educación que no indague en la búsqueda de la libertad, la justicia, la igualdad, el pluralismo de las ideas… social, económica y políticamente, no existe o no es la adecuada. ¿Pero hay algún tipo de educación que no busque tales valores y principios? Por supuesto que sí. ¿Quién no recuerda la Educación del Espíritu Nacional? La educación es la simiente imprescindible que brota en un campo abonado, especialmente en la infancia. Es el modelo más importante para toda clase de ideas: las que tratan de no adoctrinar y respetar y las que de eso alardean mientras hacen lo contrario. Léase cualquier religión, filosofía, doctrina… que impone como verdaderas y únicas sus creencias y teorías.

Veo caminos, calles, cunetas, jardines… llenos de basura animal: mascarillas, botes, plásticos, bolsas... Mujeres  que venden intercambios sexuales mostrando sus cuerpos incitando a los viandantes. Mendigos durmiendo a la intemperie debajo de unos cartones. Ignorados clientes de trata y esclavos. Sin duda, no son ejemplos educativos. Sin embargo, las cosas no surgen porqué sí. Las sinergias no lo hacen todo. Siempre hay algún motivo, aunque sea casual. Así que veámoslos desde un principio.

También gozan de componentes educativos los crímenes que se cometen. Originados, sin duda, por los antecedentes de una infancia mísera, repugnante o represiva que no tienen ninguna justificación y carecen de sentido. Ni siquiera aquellas historias en las que las mujeres ardían vivas en la misma pira funeraria de su marido fallecido o las famosas normas de crueldad de la Ley del Talión. ¿Qué importa, por tanto, que el asesinato suceda por uno u otro motivo? ¿No son injustificables todos? ¿A quién interesa y por qué distinguir unos de otros? Todos son causados por odio, celos, venganza, soberbia, codicia, ira, envidia aduciendo causas personales de ideología política o religiosa, de género o de color, de raza o de pobreza…

Reconozcamos, púes, que la Justicia también se equivoca. Y, cuando esto sucede, no hay para ella ningún tipo de sanción. ¿Será la Justicia palabra de Dios, Dogma de Fe?  ¿El Tribunal Constitucional es inviolable y no sujeto a responsabilidad como el Rey? Luchemos por una educación igualitaria para todos. Que los políticos acuerden qué y cómo impartirla, sobre todo, con su ejemplo que brilla por su ausencia. Y no cataloguemos los asesinatos cometidos por cobardes sin escrúpulos, aunque antes llamen a la víctima hijoputa negro o maricón de mierda.

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