martes, 14 de diciembre de 2021

ENTIDADES OCUPACIONALES

En entradas anteriores de este blog hemos desarrollado aspectos a reformar en el mundo del trabajo con la idea puesta en acabar con el desempleo, la miseria, el desamparo de la gente. Capítulo aparte merece la emigración forzosa imprescindible de regular en infinidad de casos (como un sinfín de cosas más) para un mejor desarrollo de determinados países en aras a un mundo más rico e igualitario.

Un mundo de todos en el que hay que ser intolerantes con la ignorancia y la pobreza, pero comprensivos con la incultura y la riqueza. Pobres de aquellos que no pueden ir a la escuela o son indigentes sin saber la capacidad de aprendizaje que atesoran en su interior, sin posibilidades de emerger o ganarse la vida. Debemos aprender a escuchar a la gente mayor, sus adagios, refranes, historias, porque en ellos se halla la experiencia y sabiduría colectiva.

Hoy, nos adentraremos en la ocupación para todos, constatando que para constituir, desarrollar y mantener una Empresa, creadora de empleo y riqueza, son precisos  el Capital y la Mano de obra (inversión, socios, accionistas y trabajadores, cooperativistas, colaboradores) y, en su caso, una Idea inicial (proyecto) y una normativa (legislación) que la lleven a cabo, así como un Ejecutivo que la dirija (equipos directivos, consejo de administración). Motivo de estudio será cómo repartir los beneficios.

Los fines del capital residen en el ánimo de lucro y reparto de beneficios a sus participes o accionistas. Las cooperativas se basan en mantener el empleo de sus socios. El Estado en procurar el bienestar de sus ciudadanos. Ninguno, sin embargo, con la capacidad de eliminar la precariedad de la gente. Aspecto este del que venimos hablando y que ha de realizar el Estado creando las “Entidades Ocupaciones” sin que ello suponga un detrimento a la Sociedad, si no al revés, dado que, además de la eliminación del paro  (esa lacra generadora de angustias, desánimos, indigencias generadoras del mayor índice de mortandad en España como es el suicidio), tenderá a la obtención de beneficios.

La idea gravita en que el espíritu de tales entes, donde toda persona sin empleo sea ocupada, ha de conseguir, al menos, los costos que originan. Serán empleados principalmente en la actividad que sepan o dominen y en los lugares donde residan. De no poder cumplirse, estarán obligados a aceptar el empleo que surja, si bien, de carecer de hospedaje digno, el patrón deberá proporcionárselo. Considérese que quien no tiene un lugar donde vivir, es un ser desprotegido, indefenso, precario. Facilitárselo es ineludible. Obtenerlo es fácil de estar ocupado: cobrando parte mediante pagos en especie, avalando su compra o alquiler, exigiendo alojamientos a los pagadores…

Para esta nueva actividad empresarial del Estado, sobre todo inicialmente, se necesitará de más recursos por lo que tanto las personas físicas como las jurídicas deberán implicarse. La sociedad adolece de gente que se ocupe de las personas mayores e incapacitadas, de visitar a enfermos y animar con actuaciones a la apatía que nos embarga. De sustituir a empleados de otras empresas, de socorrer en catástrofes, de mano de obra en las diferentes cosechas del campo. De aunarse para crear nuevas empresas,  aprender un oficio, obtener una preparación, dar clases a los demás, hacer chapuzas, recados y ocuparse de lo que sea menester. Eso y más, es lo que hará, acabando con el pago a los parados (no existirán), el ingreso mínimo vital, las subvenciones de caridad, las peonadas y otras retribuciones estatales difíciles de justificar, dado que la ocupación dignifica y con ella toda persona ha de vivir dignamente. 

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