miércoles, 25 de mayo de 2022

TOLERANCIA

En general, ponerse de acuerdo es difícil. La cesión siempre será necesaria para entenderse. Establecer, por tanto, leyes iguales o equiparables -reconozcámoslo- será una tarea imposible. No existe una persona igual a otra y, por consiguiente, resultará imprescindible añadir la asignatura TOLERANCIA a nuestra educación y enseñanza. Y cómo no, antes de juzgar, ocupar el lugar del otro y, por extensión, el de los demás. Nadie puede tener la prerrogativa de la inmunidad, la patente de corso, la verdad de su parte…, por mucho que cualquier excusa sea buena para meter un pleito o la normalidad no exista al ser para cada uno diferente.

Son infinitas las causas que determinan las desigualdades humanas para poder expresar, sin temor a equivocarnos, que “ni el capitalismo representa la libertad, ni el comunismo la justicia”, “ni el silencio es invisible, ni el dinero es poder”, aunque así se estime o se parezcan.

“Al margen de las diferencias anatómicas y fisiologías obvias entre machos y hembras, la diferencia cromosómica tiene influencias en sus cerebros y, por tanto, en su forma de comportarse. El sexo pues influye en el cerebro de manera doble: por mecanismos hormonales y por la expresión y represión de determinados genes”.

Las hormonas sexuales femeninas o las masculinas caracterizan a mujeres y a hombres; si bien, aún siendo del mismo género, los estímulos y las percepciones que dan lugar a la memoria, a la emociones y a la consciencia, originarán la toma de decisiones y sus diversas actuaciones. Ni siquiera el ADN determina por completo lo que somos; lo que hacemos en nuestra vida puede activar o desactivar genes y con ello enfermar o protegernos. Los genes no cambian, pero se apagan o se encienden con lo que hacemos y pensamos, con los interruptores de la educación, la comida, el ejercicio y demás circunstancias de las que resaltamos, con carácter general, el dolor y el placer, encarnados por el miedo (el enemigo del conocimiento porque el propio conocimiento puede eliminarlo) y la pasión (ausente del lenguaje de la razón y sus argumentos). Tan poderosos impulsos tratan de imponerse sometiendo a la voluntad con sentimientos de envidias y rencores, amores y generosidad  respectivamente, antes de caer rendidos o desesperados ante una fe ciega o una esperanza ilusionante.

Tolerancia, pues, para todos y cada uno de los pensamientos que llenan las almas de los humanos, hombres y mujeres, que usan su voz y no la violencia. Hoy, la memoria de Franco  me recuerda a Putin con su propagada. Entonces, mi cerebro en desarrollo, aprehendía  todo cuanto veía, escuchaba y sentía, hasta el extremo de considerar a su excelencia el Generalísimo mi ídolo, del que renegué una vez procesados mis neurotransmisores y comprobar la estafa que simbolizó con su conducta, mentiras y adoctrinamientos. 

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