sábado, 10 de junio de 2023

EL PAN DE CADA DÍA -II-

 

La política se inicia con el arte de interesar a la gente a votar en favor de una determinada opción para ser elegida y luego, en su caso, llevarla a cabo durante al menos una legislatura. La religión se presenta de forma parecida sin necesidad de ser votada: basta tan solo creer en ella y durará para siempre, muchas vidas. Ambas actividades tienen como misión fundamental mejorar la vida de la gente de forma material  (en especial, para ellos y los suyos) y espiritual respectivamente, sean pobres o ricos, cultos o incultos, empresarios o trabajadores,…

Los políticos y sacerdotes son auténticos profesionales, con su verbo fácil y palabras gruesas, de crear bulos y trampantojos, descalificaciones y sospechas, que sirvan para sembrar odios y miedos con los que domar las voluntades de sus conciudadanos. Se alían con periodistas y comunicadores, influyentes y otros tertulianos de su misma cuerda, sabedores del dicho que reza: “calumnia que algo queda”. No obstante, los humanos disponemos de un organismo (cuerpo y mente inseparables) que, además de procurarnos alimento y energía, debe sopesar, con evidencias y sin pasión, los beneficios que reportan las distintas organizaciones.

Unas y otras, en algún momento de la historia, tuvieron que abrirse camino imponiendo sus normas y criterios, apartando a consejeros y cortesanos, a oráculos y profetas. Y lo hicieron a través de la guerra y la conveniencia de intereses particulares (alejados del acuerdo o la razón), disfrazados en promesas y patriotismo o en misterios espirituales de inquietudes y emociones, si bien, lo básico (y más entonces) fuera el sustento para mantenerse vivo.

Hoy en día, afortunadamente, hemos avanzado algo (aunque poco) y la democracia permite votar libremente con criterio propio, aunque subsistan bienes esenciales para la vida (salud, educación, trabajo…) que, como primeras necesidades humanas, han de satisfacerse por los poderes que nos gobiernan en una sociedad civilizada. Una sociedad que jamás será libre, justa e igualitaria sin tales medios, ya que su carencia produce desequilibrios personales y sociales.

Los partidos que deseen representarnos, por tanto, deben esmerarse en ello y, además de prometerlo, han de propiciarlo y mejorarlo. Nosotros exigirlo y comprobar lo que hacen. Las iglesias,  dedicadas a la salvación espiritual eterna, se alejan de tales propósitos a juzgar por el imperio económico que acumulan. Sin embargo, en la última votación celebrada en España, siendo hechos evidentes y contrastados las subidas de salarios, pensiones, empleos…, beneficiando físicamente a la mayoría de la gente, se postergó a quien lo hizo, prefiriendo a otros que, además de oponerse a ello, predicaron augurios de “se rompe España”, “la ETA vive, … aspectos opinables que desaparecen igual que las ideas o esperanzas de obtener el cielo. Es decir, inexplicablemente la gente se decidió ir contra ella misma a la hora de votar (tal vez influenciada, desde el comienzo de la legislatura, por el odio sembrado hacía el diferente, las descalificaciones e improperios vertidos de continuo contra el sanchismo). Algo perturbador y preocupante, semejante a un suicidio generalizado por la emoción ignota de que un Dios nos espera en el cielo. Algo propio de antaño donde, aún sabiendo que nos quitarán lo logrado o derogar avances lo llamen tradición,  asistiremos a los entierros para que persista lo espiritual.

Valoremos, pues, los bienes materiales obtenidos y olvidemos razones supuestas y estériles, engendradas por virtudes o maldades, identidades o rencores, que  priman más que el pan de cada día, imprescindible para los que menos tienen y necesario para poder rezar o soñar. El voto nos iguala y vale lo mismo. No se lo regales a quien menos lo precisa si tú te consideras ciudadano de a pie, sin acritud a nadie, favoreciendo a quien te beneficia de verdad.

1 comentario:

  1. Reynaldo, estoy de acuerdo contigo; cómo pueden obtener mayoría las fuerzas contrarias a la mayoría. Veremos el 23 de julio, si se confirma que lo mejor será cambiar de país, ir a vivir a otro lugar, espero que no porque.... a dónde?

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