domingo, 21 de abril de 2024

SOBRE POLÍTICOS Y COSAS POLITICAS

Alguien, producto de un acto fallido (que diría Freud), me preguntó el porqué en mi última entrada no hablé de Sánchez, olvidándose que tampoco mencioné a Calvo Sotelo y Zapatero. Y ¿por qué solo, únicamente, a Sánchez? Siguiendo al psicoanalista citado, sencillamente es porque mi interlocutor/a no desea hacer frente a una realidad desagradable y de manera inconsciente tenía a Sánchez presente, entre ceja y ceja.

No es casualidad, pues Sánchez, además de ser el presidente actual, suscita el mayor radicalismo de las dos vertientes más importantes del pensamiento de los españoles. Unos, le odian sin comprensión, y otros, se entusiasman con él. La mayoría no son equidistantes, ni tienen término medio, aunque en dicho término se encuentre la virtud, pero todos tomamos partido.

Sánchez pasará a la historia por el “no es no”, “la amnistía” y (pronosticando) por ser el político sin pelos en la lengua ya que, por lo general, siempre expresó a bote pronto lo que sentía y era conveniente en cada momento o eso, al menos, era lo que parecía. Ahora, en esta su última etapa como presidente ha variado su discurso, sin embargo, cada uno cree lo que  quiere creer y eso, para una gran mayoría de personas, es mucho más importante que la verdad.

Pienso, con derecho a equivocarme, que es responsabilidad política pensar en el futuro, pero es mejor no esperar y actuar lo antes posible, en el presente. No me gustan los vaticinios o augurios con los que nos escandalizan, ni las promesas que no se cumplen, con las que nos engañan; ni los juicios políticos que, mirando atrás, celebran para entretenerse habiendo tantas cosas por hacer. Que dejen sus señorías de hacer justicia y se dediquen a trabajar para los ciudadanos. No trajinen tanto en cosas baldías que no sirven para nada y menos cuando de ellas se encarga la justicia. ¡Hay tantas cuestiones por acometer!

Señores políticos: Atajen de una vez por todas las mentiras, las calumnias, las malas amistades, las corrupciones. Dejen de engañar mirando al espejo de quienes se lo consienten, esa gente tan tonta que los defienden. Demuestren su honradez abiertamente ganándose la confianza de la gente del pueblo. ¿Pero qué se han creído algunos de ustedes? Tendrán inmunidad parlamentaria, pero váyanse hacer puñetas. Bastante motivos tienen los forofos peleándose por su equipo de fútbol para encima tener que preocuparse de sus disparates. ¡Cuánta miseria, cuántos bulos, cuánta carroña! ¡Qué los mojigatos soplen sus velas! 

Ojo a los discursos de unos y otros, políticos y periodistas, interesados en unos u otros objetivos. Muchos son los que vaticinan o prometen justo lo contrario que luego sucede o hacen. ¿Y a quién creer? No lo duden: al que presupongan más honrado y respete a todos; al quien no amenace con falsas afirmaciones, ni escandalice con manipulaciones; al menos cáustico que no lanza oraciones fúnebres ni medias verdades; al que se implique en el asunto que se dirime.

¡”Dios nos libre de las aguas mansas que de las bravas me guardo yo”!

La democracia no ha de peligrar. Hay que hablar y hablar de todo y, especialmente, de la forma de vivir del pueblo, que es política: sin acritud ni pesar. No hay que emplear el “y tú mas” o el “cuanto peor mejor” para llegar a entendimientos y acuerdos. Estos serán mejores que un buen pleito. Consigamos vivir en paz sabiendo que, de verdad, nuestros políticos nos representan y los necesitamos para llegar a entendernos y lograr arreglos sin necesidad de descalificar ni enfrentarse. Evitemos alzar la voz que ello no supone tener razón y recapacitemos ilusionándonos con que las guerras se ha de dejar ir, que son cosa del pasado y solo cabe recordarlas u olvidarlas.

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