Sinceramente estoy convencido que
una de las cosas principales que ha de hacer el Gobierno es no privatizar
Bankia y continuar manteniendo la mayoría de sus acciones, con el fin de ir
implementado una serie de medidas (que citaremos a continuación) con las que
beneficiar a sus accionistas y clientela. El mercado capitalista en el que
España se desenvuelve necesita de un banco nacional, fuerte y con estrategias
económicas a su alcance, capaz de elevarse sobre el resto de la competencia
financiera y agresiva (tanto al por
mayor como al por menor) con la que habrá de lidiar y obtener los beneficios
antes indicados (motor de accionistas y clientes). Optimizará los recursos de
que dispone, al igual que hacen las entidades privadas, movidos por el ánimo de
lucro, si bien, éste no será desmedido ni a costa de todo y, menos aún, a la
vista del latrocinio atroz recientemente producido, para lo que se tomarán
severas recetas. Veamos, por tanto, las primeras medidas de las que hablo:
Admitirá toda clase de clientes con
documentación legal (nacionales, extranjeros) y, en caso de carecer de
“papeles” tendrá una ventanilla abierta para proporcionárselos y legalizar a la
persona en defensas de explotadores,
mafiosos y corruptos. A todos se les facilitará gratis los medios de pago
(tarjetas, cheques, transferencias) con que mover sus fondos.
Entre sus operaciones (salvo excepción de la
primera partida para la apertura de la cuenta, no superior a tres mil euros) el
efectivo físico dejará de tener cabida, a fin de que todo movimiento deje
huella con que poder justificarlo. Compras, cobros de trabajos, pagos y demás
operaciones serán realizadas a través de la cuenta establecida.
Pronto Bankia pasará a llamarse
el banco social o de los pobres, porque
serán éstos quienes le proporcionarán recursos baratos que poder prestar (a
bajo interés) a quienes lo necesiten para asuntos comerciales (no
especulativos, salvo la compra de acciones de la propia entidad) y que los
ricos se también aprovecharán. Lógicamente y de igual forma, se hará
depositario de todas y cada una de las cuentas de instituciones locales,
comunitarias y nacionales que le permita gozar de un pasivo a coste cero con el
que socorrer, en su caso, al Tesoro (exento de la creación de dinero) intercambiar
y crear créditos, compensar desviaciones monetarias a fin de evitar acudir a la
Deuda pública que sólo beneficia a prestamistas y especuladores, sobre todo en
un “mercado libre” que pueden dirigir.
Bankia podrá convertirse en un
catalizador real de inversiones hacía los sectores convenientes tratando de
evitar estados críticos de inflación o deflación, dirigidos por un servicio de
estudios que reemplace a un Banco de España, florero de épocas de boato y
esplendor. Su operativa podrá ampliarse hasta el infinito con contrataciones de
seguros de todo tipo, planes de pensiones, fondos de inversión, transacciones
internacionales, mercados de valores, alquileres financieros, bolsas de
inmuebles, agencias de necesidades y nuevas transacciones.
Con la base financiera
establecida el Gobierno encaminará sus pasos a secundar iniciativas privadas
que reporten beneficios a la población y al propio Estado, además de ejercer
control, mediación, competencia y regulación de las mismas (simplemente
poniendo en marcha nuevas aplicaciones) y, en especial, aquellas anti todo, que
se saltan las barreras de la dignidad social y personal (drogas, prostitución,
esclavitud). Y lo más vital: proveer ocupación remunerada a toda persona mediante
un mercado laboral efectivo (del que he escrito en infinidad de veces) siendo el
propio regulador, cerca del lugar de trabajo, dinámico, eficaz y profesional.
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