martes, 5 de mayo de 2020

YO SUSCRIBO MI PARTE, ¿Y TÚ?


En estos momentos de internamiento a causa del coronavirus me viene a la memoria las palabras de un joven profesor de economía, en la época de la Dictadura, diciendo: “La gran aventura de vivir en España,  a diferencia de otros europeos, especialmente los nórdicos que lo tienen todo previsto y se aburren soberanamente, es no saber qué sucederá mañana”. Posiblemente hoy, prescindir de tal incertidumbre, anularía la emoción de mi profe y le resultaría difícil vivir sin ella.  Sin embargo, el coronavirus ha llegado como en su día lo hizo la democracia para  demostrar a mi antiguo maestro que las cosas cambian, no son eternas y, muchas de ellas desestabilizan, pese a que podamos entendernos hablando y seamos más los que preferimos la certidumbre a la aventura. Pero ni se habla, ni se coopera. Ni siquiera  para solventar el grave problema social y económico presente y el que atroz se avecina para los que habrá que tomar drásticas medidas y no dejarlo en manos de la providencia, al azar o a la caridad, confiando en el buen hacer o la generosidad de la gente. Los políticos prefieren los discursos con que alimentar a seguidores y liquidar a los que dirigen para ocupar sus puestos.

Son momentos estos de sentirse español, un español de verdad, y entregarse por completo al menester de demostrarlo. Y eso se consigue con proteger la vida de la gente sin destruir, en la medida de lo posible, el tejido productivo que a todos puede sustentarnos. El Gobierno y la Oposición han de mediar en que ambos pilares de la sociedad, por ese orden, permanezcan en pie, cuidando del fiel de la balanza evitando las máximas muertes, tanto físicas como jurídicas, aunque sea un difícil y prudente equilibrio, para el que deseamos acierto.

Ya se han anunciado fórmulas económicas al respeto que deberían continuar adaptándose conforme a los acontecimientos sucedan , así como una Renta Mínima Básica de la que seguiré comentado, para que con ella se destierre el paro al tiempo que se protege a quien carece de medios dignos para vivir. Hoy es cuando más hemos de velar por nosotros mismos, consumiendo e invirtiendo en productos y bienes locales, regionales, españoles y europeos, por ese orden. Si bien, aunarse, ponerse de acuerdo y ser solidario entre todos los pueblos es vital para eliminar la pandemia. Vivimos en una democracia parlamentaria, susceptible de mejorar, por lo que hemos de exigir al Gobierno que nos gobierne y a los demás, a que colaboren y aporten soluciones cuando, como ahora, sea preciso.  Llegará, no hay duda, las críticas y las responsabilidades así como las felicitaciones si con su proceder los políticos (afilando gastos superfluos, prescindiendo de privilegios, revocando ayudas innecesarias, emulándonos con sacrificados hechos personales) nos dieran ejemplo.

Propongo a la Administración que nos “solicite/obligue” a invertir en la Deuda “Coronavirus”. Una emisión a crear por el propio Estado para que los suscriptores nos  beneficiemos de una inversión segura, rentable y disponible. Una Deuda a un plazo de 15 años. Con posibilidad de amortizarla antes de vencimiento a conveniencia del emisor y con cotización en bolsa. Con un interés variable del Euribor +1, siempre que resulte positivo, con cupón y revisión anual. El importe de la inversión obligada para cada contribuyente sería un porcentaje (10, 12, 15, 19 y 23%  respectivamente a los cinco tramos del impuesto de menor a mayor) del importe pagado este año por el IRPF del 2019. Voluntariamente, las personas físicas y jurídicas, no tendrían límite de compra alguno para la emisión de Deuda de la que hablamos, destinada a paliar los daños originados por la pandemia. Obligatoriamente podrían cubrirse unos quince mil millones de euros de la emisión, ampliable en razón a la demanda de la parte voluntaria. Todo ello sin contar con los fondos de Europa a la que pertenecemos.

Invito a que todos colaboremos para ayudarnos. Yo suscribo mi parte, ¿y tú?

No hay comentarios:

Publicar un comentario