sábado, 20 de enero de 2024

TODO, O CASI TODO, ES RELATIVO

Las medidas vitales para todos los seres vivos que pueblan La Tierra pasan por respirar, alimentarse y protegerse. Algo común, propio y consustancial con la Naturaleza que la rige y gobierna. Respirar es innato. Comer y cobijarse exigen un poco más para evitar morir de calor, frío o en la indigencia; pero los humanos, además, necesitamos de la educación: un proceso de socialización y aprendizaje para ser ética e intelectualmente nosotros mismos. Sin embargo, de continuar así, no ha mucho tardar, la gente se radicalizará modificando sus comportamientos y formas de vida en base a su vulnerabilidad o superioridad, a economías para pobres y ricos, a ideologías políticas enfrentadas, a una justicia crispada e intolerante, mientras la inteligencia artificial o su ausencia nos segregarán hasta conseguir otra especie o clase de “personas”, una vez la sociedad se torne in-cívica y desorganizada.

No queda otra solución que caminar en pro de equipararnos en rentas o, regresaremos al eterno dilema de blancos y negros, amos y esclavos, patrones y obreros, burgueses y proletarios, ricos y pobres, para de primates y homínidos pasar a hologramas y avatares. 

Entendiendo la desigualdad como algo que es natural y genético, lógicamente no casa con un desarrollo humano razonable, por lo que tender hacía la utopía de la igualdad tendrá que ver con la igualdad de oportunidades tantas veces deseada. Concretaré que en España hoy, una vez desaparecida “la clase media” (mayoría social evidenciada cuando lo público prevaleció sobre lo privado), el interés económico particular, tanto o más poderoso que el estatal, viene a incrementar los distanciamientos entre la gente a  su conveniencia, cuando el orden social ha de ser dirigido en democracia por una mayoría política y sindical dimanada del pueblo.

Las necesidades vitales e individuales vienen a ser similares para todos, sean trabajadores por cuenta propia o ajena, autónomos o empresarios y cargos con mayor o menor responsabilidad. Todo aumento salarial de carácter colectivo (sueldos, salarios, ingresos mínimos vitales,…) deberían materializarse no en base a porcentajes sino a cifras concretas e iguales para todos, independiente de las categorías, cuyos emolumentos se establecieron al inicio. Esta sería una fórmula de ir acercándose a la igualdad de oportunidades de la que todos hablamos, para una vez cubierta la necesidad primaria, disponer de tiempo para cultivarse y ser más libre. 

Hemos llegado a una época en la que todo se repara con dinero, una cuestión económica sin la cual muchos sentimientos y delitos carecerían de sentido. El dinero no solo es una medida de cambio sino un valor para desenvolverse y realizar toda transacción, alrededor de las cuales giran la mayoría de las corrupciones con una sola manera de atajarlas consistente en la detención del culpable y su castigo, que debería ser la cárcel hasta devolver el daño producido. 

Los humanos formamos parte de la misma especie, seamos mongol o amarillo, americano o rojo, caucásico o blanco, malayo o pardo, etiópico o negro, y nuestro organismo se rige con iguales instintos, sentidos y emociones; sin embargo, su desigualdad ancestral y genética citada, son palpables: hoy, más separadas socialmente por la cultura, lengua, historia, economía, religión y otras variadas tipologías.  Ahora mismo, en estos instantes, se es al mismo tiempo más viejo y más joven; pura contrariedad donde lo exactamente igual es lo opuesto o la igualdad se puede identificar por desigualdad. Una moneda de dos caras que, valiendo lo mismo, son distintas. Ni “lo mejor es enemigo de lo bueno”, ni “manos de obrero, manos honestas”. Se dice que los extremos se tocan, que la izquierda y la derecha dependen del lugar desde el que se observan; por tanto, téngase en cuenta que todo, o casi todo, es relativo.

1 comentario:

  1. Seba tengo ganas de que vengas para debatir contigo, un abrazo para vosotros

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