Un folio de pensamientos. Hoy, cuatro párrafos de
Baltasar Gracián (año 1647).
Cautela al informarse.
Se vive más de oídas que de lo
que vemos. Vivimos de la fe ajena. El oído es la segunda puerta de la verdad y
la principal de la mentira. De ordinario la verdad se ve y excepcionalmente se
oye. Raras veces llega en su puro elemento y menos cuando viene de lejos:
siempre trae algo de mezcla de los ánimos por donde ha pasado. La pasión tiñe
de sus colores todo lo que toca, en contra o a favor. Se inclina siempre a
impresionar: hay que tener mucho cuidado con el que alaba, mayor con el que
critica. Es necesaria mucha atención del intermediario, conociendo de antemano
de qué pie cojea. La cautela debe ser contrapeso de lo falto y de lo falso.
No rendirse a los malos
humores.
El gran hombre nunca se sujeta a
las variaciones anímicas. Es una lección de prudencia la reflexión sobre sí
mismo, conocer su verdadera disposición y prevenirla e incluso desviarse hacia
el otro extremo para hallar el equilibrio del buen sentido entre la naturaleza
y el arte. Conocerse es empezar a corregirse. Hay monstruos de la impertinencia
que siempre están de algún humor y los afectos varían con ellos; eternamente
arrastrados por esta grosera destemplanza se arriesgan de modo contradictorio.
Y no sólo corrompe la voluntad este exceso, sino que alcanza al juicio, y
altera la voluntad y el entendimiento.
Ser claro.
No sólo con facilidad de palabra
sino con una mente lúcida. Algunos piensan bien, pero se explican mal: sin
claridad los hijos del alma (decisiones e ideas) no salen a la luz. Algunos se
parecen a esas vasijas que absorben mucho, pero dan poco. Otros, por el
contrario, dicen mucho más de lo que sienten. Lo importante es una gran
claridad de adoptar decisiones y pensar. Se aplaude a los escritores claros y a
los confusos se les venera por no entenderlos. A veces conviene la oscuridad
para no ser vulgar. Pero ¿cómo entenderán los que escuchan si los que hablan no
tienen idea clara de lo que dicen?
Realidad y apariencia.
Las cosas no pasan por lo que
son, sino por lo que parecen. Son raros los que miran por dentro, y muchos lo
que se contentan con lo aparente, No basta tener razón si la cara es de
malicia.
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