lunes, 5 de marzo de 2012

¿Y AHORA QUÉ...?

¿Y ahora qué…?
Una vez acabada la presentación del Proyecto de Ciudades ocupacionales (dada a conocer en los meses de Enero y Febrero 2012) suponía encontrar eco en este mundo digital y desconocido del que todos podemos formar parte. Sin embargo, las voces calladas se han tornado en una soledad vasta y asustadiza, semejante a la del hombre solo y perdido en una ciudad ampliamente concurrida.
Hubiéramos intercambiado opiniones, presentado propuestas, discutido alternativas, contrastado puntos de vista diferentes. Hasta incluso, (¿por qué no?) releyendo nuestra Constitución, expresaríamos innovaciones, textos reformados o cambios necesarios.
No ha sido así y la respuesta a mi pregunta inicial me sugiere otra nueva:¿Qué importa?
Toda contestación contiene un compromiso sin el cual nuestra vida no tendría sentido. Y la vida está llena de tales compromisos. Por tanto, a partir de ahora, haré lo que más convenga (según se desarrollen las cosas) o, por el contrario, ¿por qué no sacrificar el hoy para disciplinarme y ganar más adelante… el futuro?.
No. Me inclino por una tercera opción. No renunciaré a nada e iré acomodando mis objetivos a los posibles compromisos que surjan. ¿Por qué elegir algo en lo que no halle ninguna complacencia?. Me dejaré llevar por el albur de la corriente, virando cuando me interese, remando en la dirección propuesta; pues sólo con la búsqueda de encontrar lo que deseo me sentiré dichoso, pese a que después venga la calma chicha o el retorno no exista.
Cuando son muchas las opciones existentes, la prudencia relaja y el acierto no conforta. Es la abundancia la que produce ansiedad y la ansiedad reduce el bienestar. Sin embargo, la solución sólo radica en un cambio cultural, en la modificación de una ínfima parte de la identidad adquirida que nos permita observar y aceptar otras culturas, otras identidades u otros pueblos. Comprenderemos así a respetar la libertad de los demás, sin comparaciones que a nada conducen. Asumiremos que la libertad nos corresponde a todos y que son las emociones tendenciosas con las que hemos sido educados, las que trastocan las costumbres. Hábitos, por otra parte, que, entidades interesadas, se arrogan como lo exclusivo, lo verdadero o lo legítimo. Y hemos de saber que nada es así, que todo es relativo, todo es temporal y todo es mudable, aunque todos busquemos la estabilidad.
Siempre habrá una explicación para lo que hacemos y para lo que somos. No es fácil escapar de lo que nos inculcaron de pequeños; vayan la vocación o la aptitud por derroteros distintos a los planes que pensaron para uno.
Lo peor que puede suceder es caer en la ansiedad, en el desconcierto. Éstos nos llevarían a practicas equivocadas, con premura o con debilidades corporales, aunque siempre nos quede preguntarnos, ¿qué importa?.
Hemos de tomar partido, no obstante, sin aferrarse a él como si en ello nos fuera la vida. ¿No es la vida lo bastante ambigua? ¿Acaso nos arrastra si no queremos?.
Si la verdad hace daño, ¿hace falta conocerla? O, aunque haga daño, ¿no será siempre preferible a la mentira? ::(Imagino el descubrimiento de un cáncer. Informar de una infidelidad). Tan poco tengo claro, que  la bondad, aunque haga daño, sea preferible a la injusticia ::(Siendo caritativo con lo robado a un ladrón o dando de comer antes que enseñar a pescar). Suplicar no necesariamente es de cobardes como tampoco es de valientes la disculpa. Lo correcto será arbitrar soluciones personales con arreglo a la Honorabilidad, Transparencia y Rentabilidad que tantas veces hemos mencionado. Valoraré las cosas antes de hacerlo cuando las haya perdido.
Que la Paz y el Amor nos unan.  

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