miércoles, 20 de junio de 2012

! BASTA YA ¡


La desigualdad nos desune. La correspondencia, conformidad, confianza y concordia de voluntades harán que nuestra vetusta Europa se normalice. No será posible si la unión (igualdad de una cosa con otra) no se cumple. La Europa de la Unión por la que optamos tener  similares oportunidades, aunque sus identidades fueran distintas, se irá al garete si no lo remediamos. Eso está en las manos de los políticos que rigen la soberanía nacional de los países que la integramos, sin que ello sea concederles un cheque en blanco.
Ya el lenguaje, a través de la historia, nos orienta, nos muestra sus diferentes connotaciones. Las personas (hombres y mujeres) hemos escalado de las categorías de esclavos a ciudadanos, pasando por vasallos, súbditos, contribuyente y… no sentiremos vértigo por lo que acontezca.
Los políticos y las prebendas de las que gozan, hacen inviables las razones de peso que argumentamos. Razones que Europa alentó estableciendo la economía como la primera pieza necesaria para llegar a la Unión, a fin de ser más fuertes, más iguales, más humanos. No obstante, en lo que todos coincidimos es en asumir el Euro como la bandera de esa Unión, a pesar de originar pérdidas de autoridad de cada uno de los países que la formamos ¡Bingo!
Es imprescindible que cada euro, en cada rincón de la Unión, tenga el mismo valor; sin embargo, son distintos los valores en cada uno de los países que la forman. Sus bancos no pagan el mismo interés, los tributos no se asemejan, no ofrecen la misma seguridad, con su precio no se compra la misma mercancía ¡Ese es el caso! Ha pasado tiempo más que suficiente para que ello fuera una realidad, pero no: Podemos movernos libremente con el hándicap de nuestra preparación individual, las mercaderías de igual manera, salvaguardando los protocolos correspondientes e, incomprensiblemente, el euro (nuestro instrumento de cambio) no funciona igual, es una mercadería con un precio distinto. ¿Por qué? Porque sirve para almacenar desigualdades: traza pobrezas y riquezas en el desequilibrio de la codicia.
Es preciso imponer similares leyes, iguales erarios, indistintos sueldos y mercancías. Habrá que desprenderse de identidades estableciendo límites forzosos a los no integrantes de Europa que se refugian o huyen en ella sólo cuando les interesa. Determinar las fronteras con aquellas naciones que tengan distinta moneda con la que especular, sean libras esterlinas, francos suizos o dólares. A ellas nuestros respetos, nuestra consideración más distinguida, pero que nuestros sacrificios no sean sus beneficios, defendiendo nuestro patrón, el euro.
Defendamos un Banco (BCE: LA GRAN EMPRESA) que rija la norma, el orden, la claridad del resto de los bancos que integran la Unión, como, por ejemplo, abogaba en mi anterior entrada. Poseedor de un PIB único para LA UNION, aunque se subdivida en muchos epígrafes. Un Banco que no se exceda en su celo con el capitalismo (que se apropia de la vida de los pobres), ni con las dictaduras (que alimenta la explotación de los hambrientos) y nos de ejemplo de estar en la mitad de tanto extremismo inaceptable, implementando así el tráfico mercantil, comenzando con la banca (la administradora del dinero) sin subvencionar, ni ayudar a golfos que han hecho perder a la ciudadanía su confianza o a políticos que la han consentido, a sabiendas, que llenarían los bolsillos a los suyos o se llevarían una buena tajá.
¡Basta ya!
De cualquier manera, les recuerdo que desapareceremos todos y las causas de hoy serán los efectos del mañana y, pese a que me resista creer que lo sucedido nos lo merecemos, no hay duda, que el tiempo no tiene prisa alguna y nuestros hijos o nietos tendrán que aceptar (según actuemos) la época que han de vivir porque, como nosotros, no tendrán otra. Procuremos, por tanto, dejarles los medios básicos para la subsistencia y, especialmente, el alimento para la mente que les permita valerse por si mismos. La riqueza no es todo: la vida no es segura.
Mientras tanto que la Paz y el Amor nos unan.

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