lunes, 4 de junio de 2012

LA NUEVA ESTRATEGIA


El título lo dice todo. Me ajustaré a la realidad explicando los motivos.
Hace unos días asistí a una charla sobre agricultura. Se habló que las practicas de hace diez mil años vinieron a romperse con la Revolución Verde, hace unos dos lustros. A ésta se le imputó ser el instrumento creador de la necesidad por gastar, por establecer productos nuevos: maquinaria, nutrientes y otros en sustitución de los naturales existentes, con la excusa que aumentaría la producción y, por tanto, nos proporcionarían más  beneficio, más riquezas  e, incluso, harían desaparecer la pobreza en el mundo. Decía el conferenciante, que tales mentiras se extendieron como la pólvora, resultando de aquellos polvos éstos lodos. Y se extendieron como si fueran panacea imprescindible, sin que nada de lo prometido se cumpliera.
Abogó el orador por que lo comunicáramos en nuestro entorno, como él hace allá donde tiene oportunidad, denunciándolo para que se compruebe y se vuelva a lo de antes: Nada de labrar, de quemar rastrojos, de dejar barbechos, de sembrar fuera de época en tierras no propicias. Nada de fertilizantes ni nitratos sintéticos, de maquinarias sofisticadas y costosas, de semillas transgénicas ni híbridas, ni vidas o genes en exclusivo poder de las multinacionales. Y sí a la basura, a los abonos naturales, a la ecología, a los desechos orgánicos, a los cambios con sentido común, sin romper, (y si aprovecharse) del orden que la Naturaleza establece.
Lo interrumpí invocando que tales formulas podrían ser elevadas a quienes nos dirigen, además de implicar a empresarios, economistas y psicólogos que mueven la economía, para que se publicitase su bondad, cundiera la confianza, se estimulara su puesta en marcha;  máxime en los momentos actuales necesitados de austeridad, de evitar gastos superfluos, de aumentar la productividad obteniendo bienes saludables y efectuando los cambios positivos, como los que apuntaba, lo antes posible.
Vino a decirme que era una pérdida de tiempo ¡Ya lo había intentado! Que entonces, en su momento, ellos (“los sociólogos de arriba: políticos, multinacionales, mercados, intermediarios financieros o alemanes”) se aprovecharon con el cambio, instalándose en él para siempre. “El nuevo cambio (y la sazón el sentido común) surgirán desde abajo y serán instaurados sólo a largo plazo, cuando no haya más remedio, una vez las generaciones venideras sufran penosas consecuencias (elementos corrosivos, aguas, tierras deterioradas con venenos y lucro). Propiciaremos el cambio imitando a Jesucristo o Mahatma Gandhi que nos mostraron la forma  pacifica de realizar la modificación de las cosas”.
Me convenció, dándome una lección magistral, ya no sólo de agricultura (de la que es un sabio) sino de humanidad (porque es un hombre sabio). Y me recordó una frase achacable a Platón: Un hombre que no arriesga por sus ideas, o no valen nada sus ideas, o no vale nada el hombre.
Al existir personas (físicas o jurídicas) poderosas, que mueven los hilos de sus intereses,  cuándo y cómo les conviene, no vale que una (o más de una) de sus marionetas levantemos las voces más de la cuenta exigiendo compensaciones al trabajo que realizamos o declarando que existen otras alternativas o abogando por otros diseños y maneras de hacer las cosas. No escucha quien no quiere oír, ni rectifica quien mantiene lo que le beneficia, quien, en definitiva, no le interesa hacerlo. Sin embargo, cualquier esfuerzo que hagamos puede quedar larvado en tierra fértil y, tal vez, sin ser baldío, se alargue en el tiempo y resucite después, sin que nadie lo espere y germine potente inundando de dicha el valor de los esfuerzos.
La nueva estrategia, aprendida la lección magistral apuntada, me llevará a no gritar, ni a violentarme, ni a invocar a la guillotina para la solución de los problemas. Daré contenido a la frase con la que siempre termino: Que la Paz y el Amor que nos unan.

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