¡Gente de bien! ¿Quiénes son las personas de
bien?
¿Las religiosas? ¿Las liberales de una España en
orden y en paz? ¿Las que son
nacionalistas, gitanos, emigrantes
pobres, negros, vagos, maleantes? ¿Las que quieren una España para ellos solos ya
que, de no compartir sus ideas, los demás sobramos en ella? ¿Las que añoran a
Franco o a Fraga, en sus épocas doradas, o a ídolos famosos como don Pelayo o
el Cid Campeador? ¿Las que fuman, beben y hace lo que quieren porque son hombres
libres a los que nadie ha de decirles nada porque saben lo qué deben hacer? ¿Las
auténticas y genuinas almas españolas que no son una mierda como los cobardes,
progresistas, fachas, ateos, comunistas…, con dudoso derecho a la vida, que no quieren
romper una, grande y libre España?
Gente hipócrita. Tumbas vivientes que se
consideran superiores “a los que no llegan ni a la suela de sus zapatos”; a los
que no pueden cursar estudios que cuestan un montón y solo los ricos pueden
pagar. Gente excluyente y radical.
Muchas
personas no creen en el azar. Viven convencidos que todo lo obtienen por el
resultado de sus méritos, y de sus equivocaciones aquello que pierden. Sin
embargo, nadie duda, que nuestra existencia depende en gran medida de la
suerte. Ninguno elige el lugar en el que nace, ser hombre o mujer, tener unos
padres conocidos o no, quedarse huérfano, padecer una enfermedad, pasar hambre o nadar en la abundancia, ser
torpe o inteligente. “La vida es caótica y confusa, llena de casualidades,
tropiezos o cuestiones de suerte”. Nadie sabe lo que va a ocurrir y hay
familias desgraciadas igual que hay un sol anaranjado o gente condescendiente
para sus cosas y retorcida para la de los demás.
Vivimos
en una sociedad que quien paga manda por mucho que la gente elijamos a nuestros
representantes políticos. Aquellos deciden la austeridad, aunque empeore las
cosas, porque les interesa o nunca la padecen. Aumentan precios sin
control, el que sí ejercen para subir sueldos. Y lo peor no es eso (aunque la
gente de a pie lo pase mal y ellos vivan en el paraíso), persisten en la falta
de control (que es lo que origina el descontrol) y nos hacen creer que el
mercado se regula solo, sin la
intervención del Estado, para arrogarse, arriesgando su capital, en salvadores de
la Patria, cuando ya los trabajadores están muertos. Una sinrazón fantasma que
se ha de acabar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario