lunes, 10 de julio de 2023

EL PAN DE CADA DÍA VII

 

Poco falta para que  nuestros votos sirvan a una determinada forma de  gobernar España. De ello he opinado y seguiré haciéndolo hasta las elecciones, en base a la experiencia que me han dado los veinte últimos años de la dictadura de Franco y, desde entonces hasta hoy, la democracia. Esto me permite asegurar, sin haber carecido de medios económicos ni estado en contratiempos alarmantes, que no hay peor sistema político para los ciudadanos que la dictadura, adopte la forma o nombre que adopte.

Si se pone un arma en manos de un psicópata, un maniaco o un dictador puede ocurrir cualquier cosa, pero si además se hace dueño de una nación tenemos totalitarismo, fascismo o tiraría hasta que desaparezca el asesino dictador. Cuando alguien es capaz de descalificar a un Presidente de Gobierno elegido democráticamente llamándolo rata comunista, jefe de una banda, ilegitimo, okupa de la Moncloa…, cabe preguntarse: ¿opina el ladrón que todos son de su condición? Cuando a estas alturas de nuestra civilización alguien no cree en esa Europa liberal y democrática a la que pertenecemos, deslegitima las autonomías, prohíbe y moraliza espectáculos públicos y culturales, rechaza la igualdad de género, denigra a emigrantes y mendigos y niega lo evidente, qué se puede esperar. No saben, o no quieren saber que la pobreza, la violencia, el absolutismo, el racismo, el terror..., matan.

Los hombre de a pie no soportamos que nadie venga a decirnos qué pensar, cómo vivir, ni siquiera a quién votar. Tampoco creemos, por mucho que la Biblia lo diga, que la mujer debe al hombre sumisión, aunque partidos políticos y religiones lo intenten y lo lleven a cabo. Sin embargo, en democracia cabemos todos, incluso los no adaptados y los que van contra ella, aunque, por lo general, nos conduzcan a crisis históricas mediante luchas, revoluciones y guerras, desistiendo de la palabra con la que hay que entenderse. Por tanto, todos los partidos (representantes de la gente en las Cortes) son legales e imprescindibles para intercambiar criterios, pactar y obtener sus apoyos: quejarse de eso es pura hipocresía, ya que están amparados por la democracia y constitución, salvo que no las respeten y lo evidencien, en cuyo caso, habría que ilegalizarlos.

El deseo de los hombres de a pie sería pagar menos impuestos como todo el mundo ¡Esta claro! Pero no nos importará pagarlos si se emplean correctamente, en especial, para mejorar la sanidad y la educación, las pensiones y el trabajo con los que gozar de una vida en libertad, respeto e igualdad de oportunidades con el resto de ciudadanos. Hay otras personas que, al poder costearse particularmente tales beneficios, desean la rebaja de los mismos, por lo que muchos políticos así lo prometen (aunque luego no lo cumplan) sin impórtales el deterioro que producen, pues tratan de acabar con lo público y privatizarlo, convirtiendo medios tan vitales en negocio como ya lo están haciendo.

Para terminar indicaré que los jóvenes nazis también insultaban hasta que se estableció el terror como forma de un gobierno racista, fanático, antijudío, prohibiendo partidos, ante un cristianismo irracional. Jóvenes patriotas que jamás se preguntaron: ¿Qué es la Patria? Nunca llegaron a saber, como muchos de los jóvenes de ahora, que, al fin de cuentas, solo es una idea, una bandera, un himno… que no nos da de comer,  pero, eso sí, nos impregna de fuego en nuestras almas como si fuera el alimento sano, que se debe tener en vena para causar furor. Así que desconfiad de los que ensalzan el fervor patriótico; seguro que buscan un beneficio personal que nada tiene que ver con el Pan de cada día que todos nosotros sí necesitamos.

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