viernes, 21 de julio de 2023

EL PAN DE CADA DÍA X: LA DEMOCRACIA

 

Copié de una novela de John Irving la siguiente conversación entre dos mujeres:

(UNA) - ¿Por qué tenemos necesidad de ellos si los odiamos?

(OTRA) - Precisamente porque los necesitamos.

Tal dialogo podría haber sido entre dos hombres, sin embargo, ni mujeres ni hombres se odian porque sí. Al revés, lo normal es que se amen y, además, que se necesiten y se complementen, ya que, aisladamente, no podrían existir y, sin ambos, no habría continuidad de la especie. Tal es así que me inquieta y no paro de pensar la causa por la qué las personas  (todas) somos tan distintas y, en especial, el por qué de su ideología tan diversa. No hay duda, que ello ha de responder (lo intuyo) a una o múltiples razones que no alcanzo a comprender por mucho que lea a filósofos, científicos, pensadores y demás estudiosos de nuestras cuestiones vitales.

A propósito de redactar en este mismo blog la serie “El Pan de cada día”, relativa a las elecciones generales (leídas en particular por amigos y conocidos) he recibido parabienes y lo contrario como es natural, conforme a la manera libre de pensar de cada uno de ellos, motivándome a profundizar sobre la mente humana (“el alma”): su aprehensión, reflexión y explicación de las mismas cosas e iguales hechos sucedidos, contados de formas diferentes.

 Pienso en un alma ancestral que como especie nos toca mantener perennemente (conciencia humana ancestral) a la que se irán, desde nuestra concepción, impregnando enseñanzas, vivencias y demás impresiones (otra conciencia superficial: personal, social, vocacional, funcional…) creando huellas en nuestra maquinaria mental (la amígdala) que, en algunos casos será trascendental (la creación del cristianismo, el descubrimiento de América, la revolución francesa , la abolición de la esclavitud, la revolución soviética, …) lo que me hace pensar sobre la vida humana comparándola a una escalera  o noria permanente en la que la especie humana camina subiendo, bajando o, simplemente, deteniéndose en su discurrir hacía su evolución como afirma la ciencia (“nada se crea , nada se destruye, todo se transforma”) conformando una historia estúpida y aterradora, por mucho que grandes hombres (Cristo en especial)fueran ejemplos a seguir y no a explotar interesadamente.

En el sistema político de la Democracia (considerado en una cultura civilizada el mejor de los regímenes conocidos) la Igualdad de oportunidades de las personas (independiente a su sexo) ha de ser la misma para todos. La Libertad y la Solidaridad son también ejes fundamentales en los que se ha de sustentar; no obstante, la diversidad de intereses, de  ideas y emociones en la gente (su estado de ánimo o mental, las preguntas que se hacen, las variadas escala de valores que tienen, sus creencias y referencias) la hacen vulnerable y la debilitan, sin ni siquiera recelar que su pérdida puede ser la mayor de sus desgracias.

La Democracia (en la que cada voto vale lo mismo) ha de ser el modelo con el que regirnos permitiendo cualquier acción, pensamiento y manifestación, por absurdos que sean, toda vez que el Respeto, la Responsabilidad y sus Consecuencias son su emblema; de igual forma que se han de dar la separación e independencia de Poderes y la igualdad de todos ante la Ley.

Jamás nadie podrá ser un verdadero demócrata empleando voces insultantes, insidiosas o sucias, ya que éstas llevan a pensamientos y hechos combativos no deseables. Un demócrata siempre empleará palabras impecables respetando las ideas y principios de los demás aunque no las comparta. Alguien que se basa en el insulto para descalificar a los demás, se imposibilita a sí mismo para ser merecedor de vivir en democracia.

Alguien que cultiva el odio, le molesta la cultura, la sociedad le importa poco. Alguien que se siente muy patriota, no quiere saber ni dónde, ni cómo nacimos, se deslegitima. Alguien con dos varas de medir carece de juicio y su educación es muy frágil. Alguien amigo de la democracia ha de reconocerla y valorarla en todo momento anteponiéndola a todo lo demás.

Vota a un demócrata. A quien procura la convivencia y se preocupa de los demás.

Sé que la democracia es más que un voto cada cierto tiempo, pero hace que las vidas sean más limpias, salgan a la luz corrupciones y delitos contrastados,  se acaten las consecuencias de nuestros actos y, por supuesto, debería ser materia de enseñanza en las escuelas para que las familias tomen conciencia de su importancia y continúen perfeccionándola tratando de abolir la pobreza distribuyendo la riqueza, reduciendo poderes afilando gastos de instituciones y partidos, creando estímulos por la concordia, el conocimiento, el trabajo y ampliando la voz del pueblo.

La democracia, pues, hemos de mantenerla. Su pérdida daría entrada a otros sistemas políticos que nos privarían de  los valores enunciados, negando su autenticidad. Confrontemos todo dialécticamente  sin odio ni rencor y lleguemos a un entendimiento, algo que cada día se hace más imprescindible, antes que el orgullo, de unos u otros, no nos permita lamentarlo.

Sea cual sea el resultado que surja de las elecciones (conociendo como conocemos nuestra Constitución) habremos de aceptarlo y acatarlo deportivamente, dispuestos (si es el caso) de revertirlo en la primera ocasión que la democracia lo posibilite, sin olvidar que, aunque el odio exista, nos necesitamos.

¡Enhorabuena de antemano a los que consigan el plácet del pueblo español!

 

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