miércoles, 1 de febrero de 2012

JUSTAS RECOMENDACIONES

Se dice que todos los hombres somos iguales.
Es un término amplio, general, manido, que responde a la concepción del ser humano. Las particularidades de cada uno de nosotros están a la vista, de suerte manifiestas.
Nacemos desnudos. Morimos para servir fines parecidos dentro de la escala trófica.
Es practica social la que, sin conseguirlo, se encarga de mostrar a la Naturaleza las diferencias entre nosotros, al nacer o al morir. Por ello creó sus dioses, sus delirios de grandeza, la sangre azul o los mercados intercambiando sus intereses. No escatima, ni economiza recursos sino, al contrario, derrocha lo que no tiene, justo al revés que la propia y sabia Naturaleza.
“Un millón de dólares no es genial. ¿Sabes lo que sí es genial?. Mil millones de dólares” (Muy Interesante de Diciembre 2011. Frase achacada a Justin Timberlake. Cantante y actor. Creador de juegos infantiles). Esa es una simple expresión que nos da idea de los valores que se exaltan en nuestro mundo del bienestar ¡El dinero! En otros lugares la gente muere de hambre, por enfermedad, sin haber aprendido a leer. ¡Qué pena! ¡Tantas víctimas dirigidas por manos miserables! ¡Algún tipo de culpa tendremos!
Recién nacidos mamando la leche del dios de la abundancia. Niños ilusionados por lograr la fama. La moda, lo fashion, es un nimio estimulo para adolescentes. Y estar en la cresta de la ola, ser rico o poderoso, es el deseo de infinidad de adultos para que la vejez los ahogue en un futuro inexistente, muriendo de pánico.
No. La igualdad de los hombre no es un hecho social. Nadie lo cuestiona. Sin embargo, la igualdad de oportunidades sí la reclamamos para todos, sin distinguir ni el lugar, ni el tiempo o las circunstancias que les vieron nacer. No fue su elección. O, acaso ¿alguien supone todavía que el rey es rey por la gracia de Dios?. Lo primero que hemos  de saber es si Dios existe y, en su caso, qué clase de Dios. Pero eso nunca lo sabremos.
Venimos reclamando también, imperiosamente, cubrir la necesidad del hombre para que pueda comer, vestir, guarecerse. Como otro animal más, genéticamente, empleará, si es preciso, la violencia por satisfacerla. La comunidad reprochará o no tal comportamiento, pero en equidad requiere de algo más: dignidad que la sociedad le hurta. Es de justicia la educación, la cultura que alimente su intelecto. La sociedad se lo debe. Y debe, además de procurarle la igualdad de oportunidades citada, salud y ocupación. Cualquier otra carencia se ha de satisfacer por el mero hecho de ser humano. De no hacerlo, la comunidad se tornará salvaje, ingobernable, sin sentido alguno en su ordenación.
Después, que sea (será) el esfuerzo, la aptitud, el aprovechamiento o la causalidad de cada uno, las que marquen las diferencias en los demás (en todos) los aspectos, hasta que un último instante nos haga desaparecer para siempre.
Los mercados representan y defienden los intereses de sus clientes y los suyos propios, (con sus pretensiones, sus desmanes) dirigidos por no se sabe quién. El Gobierno, que ha de defendernos y representarnos a todos (con sobriedad y entusiasmo) asegurándonos la supervivencia porque es su obligación; debe intentar un equilibrio de fuerzas para no ser invadido o anulado por el poder insaciable de los mercados citados; menos aún, permitirles que se arroguen una representación que no les pertenece. Es el propio Ejecutivo quien ha de establecer las pautas económicas, sociales y políticas que nos acerquen al mayor grado de convivencia, en libertad, democracia, justicia, respeto e igualdad de oportunidades, para alcanzar el objetivo de la felicidad.
Son medidas significativas como la apuntada en nuestra entrada anterior: La Herencia. ¿En qué se fundamenta? Será mejor no preguntarnos su origen: hoy cada cual tiene su vida. Que en ella haga y deshaga. Una vez el hombre muera, su patrimonio desaparecerá con él. El más valioso lo compartió sin duda, para alumbrar su descendencia.
Que la Paz y el Amor nos una

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